Si se cuenta con un jardín pequeño (desde 2m2 hasta 20 m2) se podrá optar por un mobiliario básico; dos o tres sillas y una pequeña mesa para generar un espacio de relajación e intimidad.
También se puede optar por un jardín vertical y así optimizar el espacio; este se puede instalar con un sistema de bolsillos que requiere de una pared o una estructura de material inoxidable que lo sostenga.
En caso de que no se tenga tiempo para dedicarse al cuidado de las plantas, se puede optar por plantas como las suculentas y los cactus porque toleran largos periodos sin agua y son resistentes a las plagas.
Lo mejor sería importante consultar con un experto sobre el tipo de plantas que podríamos tener en nuestro jardín tomando en cuenta las características propias del mismo.
En caso de contar con jardines más amplios, desde 21 m2, estos pueden separarse en varias zonas, y delimitarse por una o varias pérgolas. Estas, en su mayoría, cuentan con telas que además de ayudarnos con la decoración, poseen protección UV. Una buena manera de distribuir este espacio verde es dibujar un plano del jardín y señalar dónde se colocará cada planta.
En cuanto a los muebles, existen varias opciones, por ejemplo, si lo que se quiere es un estilo rústico y relajado pueden usarse muebles de madera y mimbre, que encajan muy bien en cualquier espacio exterior. Para un estilo mucho más original y casual, se puede recurrir a muebles reciclados que le darán el toque vintage.
En todos los casos, los muebles deberán estar tratados específicamente para exteriores, y de preferencia tener un foro para aquellas noches en las que no se usen.